La paz comercial entre Estados Unidos y Europa está nuevamente en juego. El presidente Donald Trump ha anunciado la imposición de aranceles del 30 % sobre una amplia gama de productos importados desde la Unión Europea, a partir del próximo 1 de agosto. La decisión amenaza con reavivar una guerra comercial de gran escala que impactaría sectores clave de ambas economías.

La medida, que incluye automóviles alemanes, medicamentos irlandeses y vinos franceses e italianos, podría afectar exportaciones europeas valoradas en más de 60 000 millones de dólares al año. Desde Bruselas, la respuesta no se ha hecho esperar: la Comisión Europea trabaja en un paquete de represalias comerciales que incluiría aranceles por más de 100 000 millones de dólares, abarcando productos agrícolas, tecnológicos y de consumo provenientes de EE. UU.

“Imponer aranceles a nuestros productos es una acción injustificada y contraproducente. La Unión Europea responderá con firmeza, pero con responsabilidad”, advirtió Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

Impacto directo en la economía global

El comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea ha sido uno de los pilares de la economía global. Solo en 2024, el intercambio de bienes y servicios entre ambos bloques superó los 1,3 billones de dólares, con millones de empleos ligados directa o indirectamente a esa relación.

Los sectores afectados ya expresan su preocupación. La industria automotriz alemana, una de las más robustas del mundo, podría ver caer sus exportaciones en hasta un 40 %. Las bodegas francesas y las casas vinícolas italianas temen la pérdida de uno de sus mercados más rentables. Por su parte, laboratorios irlandeses alertan sobre el posible desabastecimiento de medicamentos esenciales en Estados Unidos.

En suelo estadounidense, empresas exportadoras también levantan la voz. Los productores de whisky, carne de cerdo y maquinaria agrícola podrían enfrentar represalias directas en los mercados europeos.

“Una escalada de aranceles entre EE. UU. y Europa es una receta para la incertidumbre, la inflación y el desempleo”, señaló Thomas Donohue, presidente emérito de la Cámara de Comercio de EE. UU.

¿El inicio de una nueva guerra comercial?

Aunque la Casa Blanca justifica la medida como una defensa de la industria nacional, analistas advierten que podría ser el inicio de una confrontación prolongada. Las implicaciones van más allá del comercio: afectarían la inversión extranjera, las cadenas de suministro globales y la estabilidad financiera internacional.

La comunidad internacional observa con atención. Organismos multilaterales como la OMC y el FMI han llamado al diálogo y a la contención. “Es momento de construir puentes, no muros arancelarios”, declaró en un comunicado Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI.

Con el calendario marcando el 1 de agosto como fecha clave, las próximas semanas serán decisivas. La tensión entre dos de las mayores potencias económicas del planeta podría convertirse en una de las crisis comerciales más relevantes de la última década.