Un reciente informe de GWL Voices revela una realidad preocupante: 73 países nunca han designado a una mujer como representante ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Este dato expone la persistente desigualdad de género en los organismos internacionales, donde el acceso a los espacios de toma de decisiones sigue siendo limitado para las mujeres.

El informe también destaca que solo el 21% de los representantes permanentes ante la ONU son mujeres, un número alarmantemente bajo que refleja la falta de equidad en la representación diplomática y política a nivel global. Además, algunas de las organizaciones más influyentes del mundo, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC), han tenido una representación femenina mínima en sus máximos cargos de liderazgo. De hecho, la Secretaría General de la ONU, la institución más emblemática de la diplomacia global, nunca ha sido liderada por una mujer en sus casi 80 años de existencia.

A pesar de estos datos desalentadores, ha habido algunos avances significativos en los últimos años. Recientemente, Nadia Calviño asumió la presidencia del Banco Europeo de Inversiones, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar ese cargo. Asimismo, Celeste Saulo fue nombrada secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial, marcando un hito en la inclusión de mujeres en organismos internacionales clave. Sin embargo, estos nombramientos aún son excepciones dentro de un sistema que sigue favoreciendo a los hombres en los espacios de poder.

Expertos en equidad de género y liderazgo internacional han señalado que la baja representación femenina en estos organismos no solo es una cuestión de justicia, sino también un problema que afecta la calidad de la toma de decisiones. Diversos estudios han demostrado que la inclusión de mujeres en posiciones de liderazgo genera políticas más equitativas, sostenibles y eficaces.

A nivel global, se han impulsado iniciativas para promover una mayor equidad de género en los organismos internacionales. La ONU y otras entidades han recomendado la implementación de cuotas de género y programas de mentoría para aumentar la participación de mujeres en la diplomacia y en los espacios de poder. Sin embargo, los cambios han sido lentos y muchos países aún no han asumido compromisos concretos para revertir esta brecha histórica.

Organizaciones y líderes mundiales han enfatizado la necesidad de adoptar políticas más inclusivas y equitativas para garantizar una representación justa. Mientras no se tomen medidas efectivas, la desigualdad de género seguirá siendo un obstáculo en la construcción de un mundo más equitativo y justo.